lunes, 18 de agosto de 2014

JUAN CARLOS VILLANUEVA 


El actor cordobés tiene “un papel de peso en la historia” de La isla mínima del director sevillano  y también aparecerá en El Niño, el nuevo estreno de Daniel Monzón, dos de las películas más esperadas del cine español
“Te va a ir muy bien con esta película”. El augurio viene del director Alberto Rodríguez para el cordobés Juan Carlos Villanueva y se produjo cuando el actor daba las últimas puntadas a su papel de juez Andrade en la sala de doblaje. La película es La isla mínima, la última del director andaluz más deseado -cualquier actriz o actor de este país sueña con rodar con él- que competirá por la Concha de Oro en la próxima edición del Festival de San Sebastián y que llegará a las pantallas el 26 de septiembre.
La nueva obra del director sevillano será una película policiaca, un filme de género ambientado en 1980 pero también de personajes: dos policías, de procedencias e ideas diferentes, y un lugar aislado, la zona de arrozales de las marismas del Guadalquivir en Isla Mayor (Sevilla), con unos habitantes y una forma de vida que se acaban. Una investigación difícil, el asesinato de dos adolescentes, en un entorno hostil. En el reparto: Raúl Arévalo, Javier Gutiérrez, Nerea Barros, y los andaluces Antonio de la Torre, Jesús Castro, Jesús Carroza, Salva Reina, Manolo Solo y Cecilia Villanueva.
Hay quien ya la ve, y solo por su trailer, como un True Detective a la andaluza, por los personajes, el entorno, la atmósfera, la historia y el género. Algunos blogs de cine y series apuntan a que si cambiamos los pantanos de Luisiana por las marismas del Guadalquivir, a Matthew McConaughey y Woody Harrelson por Arévalo y Gutiérrez y al Rey Amarillo por, se supone que Antonio de la Torre, nos acercaremos mucho a la serie de Nic Pizzolatto.
“No he visto la película, solo una de mis secuencia”, explica el actor Juan Carlos Villanueva, que encarna al juez que dirige el caso de asesinato en tres escenas “de mucho peso en la historia”, y quien asegura entusiasmado que  “la factura es increíble”. Fueron las directoras de casting Eva Leira y Yolanda Serrano las que pensaron en el actor para el papel y al director le gustó desde el primer casting. Así que Juan Carlos se vio rodando durante dos días del pasado septiembre en Isla Mayor, “con 12 horas de tostón de sol, mosquitos, a veces  lluvia y persecuciones con coches ochenteros. Ha sido un rodaje muy difícil pero con muy buen rollo en general”.
Sus palabras de admiración pasan del director de fotografía Alex Catalán, ” hay un plano secuencia larguísimo y el tío mueve la cámara que ni te das cuenta” a, sobre todo, Alberto Rodríguez. “Es un placer conocer y trabajar con Alberto. Te deja trabajar, parece que no te pide nada, es un encanto, súper sencillo, súper amable. Uno que ha trabajado mucho sabe quien tiene las cosas claras o no. Tenía que llegar el momento de trabajar con alguien así”, confiesa el actor. La de Villanueva es una carrera de fondo. Papeles en teatro, cine y televisión llenan su vida profesional, además de dirigir teatro y danza, en la que hay una extensa lista de papeles de forenses, policías y guardias civiles aunque éste será su primer juez. “Será por el perfil, la edad que uno tiene o la cara que tiene”.
El hecho de haber rodado en un mismo año con Rodríguez y con Daniel Monzón supone “un escalón tremendo” para un actor  que sueña con más papeles de reparto en grandes películas del cine español. En ‘El niño’, el nuevo proyecto del director de Celda 211, que se estrena el último viernes de agosto y que “también tiene los ingredientes para que te quedes pegado en la butaca”,  hace un pequeño papel, “el padre de la novia de un guardia civil que interpreta Jesús Carroza”. La historia se centra en policías y traficantes en la zona del Estrecho de Gibraltar.
“Usted no sabe cómo se organizan aquí las cosas” es la frase estrella del juez Andrade en la película del director de Grupo 7  y con la que se cierra el trailerUna sentencia extrapolable al cine andaluz -y hasta a Andalucía misma- que vive ahora un momento de resurgimiento gracias a directores como el propio Rodríguez o Paco León. De esa organización de las cosas del oficio sabe latín Juan Carlos Villanueva, a quien, si se cumple el pronóstico de Alberto, veremos en más papeles bombón dentro del mejor cine español.
DESDE ESTE PORTAL CORDOBA CON ARTE LE DESEAMOS TODO LO MEJOR

miércoles, 9 de julio de 2014

FRANCISCO GOMEZ ALGABA


 PACO  GÓMEZ A LAS ÓRDENES DE ANTONIO FERRERA
El banderillero cordobés Francisco Gómez Algaba, ha pasado a formar parte de la cuadrilla del torero Antonio Ferrera tras la baja sufrida por su banderillero Manolo Rubio . Francisco que estuvo durante muchas temporadas a las órdenes del matador de toros cordobés José Luis Moreno pasa así a formar parte de la cuadrilla de un torero anunciados en las grandes ferias. Desde aquí, le deseamos muchas suerte en ésta nueva etapa en su trayectoria.

FIDEL NÚÑEZ

miércoles, 2 de octubre de 2013

MANUEL SANCHEZ RODRIGEZ "ZAPATA"
GRAN OVACIÓN EN LA PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS ( MADRID )

                                                     MOMENTOS DEL SORTEO
 ZAPATA EL LOS CORRALES VIENDO AL TORO DE CONCHA Y SIERRA QUE PICARÍA POR LA TARDE
ZAPATA EN LAS VENTAS CON UNOS AMIGOS ENTRE ELLOS EL PERIODISTA JUAN ANTONIO JIMENEZ ALGUACIL
                                      MANUEL LLEGANDO AL PATIO DE CUADRILLAS
HABLANDO CON SUS COMPAÑEROS QUE LE DAN OCCION PARA ELEGIR CABALLO
                                               REVISANDO LOS ÚLTIMOS DETALLES
 ZAPATA EN LA MONUMENTAL MOMENTOS ANTES DE HACER EL PASEILLO
COMO BUEN PROFESIONAL QUE LO ACREDITA SIEMPRE TRANQUILO
                                                                        
                                                                 EL PASEILLO



               TRAS ROMPESE EL PASEILLO ENCABEZO A SUS COMPAÑEROS


                                                       CAMINO HACIA LA SUERTE







                                              IMAGENES DEL PRIMER PUYAZO



                                                  IMAGENES DEL SEGUNDO PUYAZO


            MANUEL SANCHEZ RODRIGEZ "ZAPATA
CORRESPONDIENDO A LA GRAN OVACIÓN QUE LE DA LA PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS " MADRID "
A UN GRAN TORERO CORDOBES CON MAYÚSCULAS
                         EL GRAN ZAPATA



JOSÉ LUIS CUEVAS

jueves, 11 de abril de 2013


El nieto del mayoral que viste de luces y calza gregoriana y mona

Manuel Sánchez Rodríguez 'Zapata' se crió entre el luto por Manolete y la efervescencia de Benítez y ofrendó al mundo del toro un apodo de mayorales iniciado a finales del siglo XIX.

zoom






















LA plaza de Las Tendillas conservaba aún los ecos de la visita del jefe de Estado con motivo del Día de la Hispanidad; el Campo de la Verdad estrenaba las primeras viviendas sociales de Fray Albino y la calle Antonio Maura se confundía aún con el Camino Viejo de Almodóvar o el de los Toros. Más allá, hacia El Higuerón, la parada obligada eran Los Olivos Borrachos, La Letro y Córdoba La Vieja, en donde pastaban las reses bravas de Ramón Sánchez Recio, con divisa verde y grana, junto a la ladera del Monte de la Novia. Al fondo, se recortaba el castillo sobre la dehesa y aquellos mayorales, diestros en reconocer las ganaderías bravas, dueños de la absoluta confianza y tesoreros de una pasión transmitida de padres a hijos. 

Uno de ellos fue el abuelo Miguel, empleado de Antonio Velasco Zapata y conocido como el mayoral de Zapata. Su hijo, Manuel Sánchez Domínguez, mantuvo la profesión en la finca Mesas Bajas de los Natera y heredó el apodo del padre. Manuel estaba casado con Marina Rodríguez Fernández y eran ya padres de un hijo que acabaría siendo mayoral en la ganadería salmantina de Montalvo. El segundo de los cuatro que tuvieron, Manuel, pasearía por las plazas de la Península y Francia el sobrenombre de Zapata. 

Manuel Sánchez Rodríguez nació un viernes 15 de octubre de 1948, cuando Córdoba despedía al general Franco y Díaz del Moral recibía a su último otoño en el exilio de Madrid. Creció en las dehesas de Almodóvar hasta los años 50, década en que la ganadería de Natera dejó de ser brava. Los caballos y reses llenan sus primeros recuerdos, junto al nombre de un novillo amansado a fuerza de caricias, que compartió sus primeros juegos, los años de adolescencia y las salidas a hacer la luna que para él tienen una lectura distinta: "Juntarnos unos cuantos de aficionados y salir al campo por la noche, cuando el ganado está tan tranquilo, descansado, para mí es espantar vacas". 

Quizá por eso empezó a probarse coincidiendo con "la revolución del Benítez; cuando todos queríamos ser toreros". La experiencia en el campo y la buena impresión que causaba, le animaron a más de una novillada nocturna y a debutar en Los Califas en 1968. Pero al llegar a la plaza, ilusión y realidad taurina le parecieron incompatibles. De nada sirvió su evidente valentía, sus exquisitas hechuras y el inmejorable recuerdo de quienes le vieron andar en la cara del toro. Aún a pesar de muchos, el debut fue prácticamente su despedida del capote y la muleta; nunca del toro y del caballo. 

Una sevillana, Setefilla, tuvo que ver con la aparente retirada. Buscó la estabilidad laboral fuera de las dehesas y las plazas; se casaron en 1974 y se fueron a vivir a Puerta Nueva, donde nacerían Manolo y Nacho; luego en Valdeolleros no dejó de respirar, de cuando en cuando, la soledad sonora entre Córdoba La Vieja y Almodóvar. Así, en 1987 vuelve a los principios que nunca había abandonado, porque, confiesa, "siempre queda algo de gusanillo y por eso no dejé del todo los toros". En los tentaderos, Ambrosio Martín insistía en entregarle el testigo y estuvo en ello durante dos o tres temporadas. En 1996, animado por El Califa y El Pireo entre otros, se convierte en picador profesional con la cuadrilla de Sergio Sanz durante tres años. Acompañó igualmente a Reyes Mendoza, Platero, Víctor Abad, Rey Vera, José Luis Torres, Andrés Luis Dorado, Julio Benítez o Curro Jiménez. 

Comenzaron así las actuaciones por toda la Península, o los viajes de ida y vuelta de Córdoba a Francia en el coche de cuadrillas con José Luis Torres y la incertidumbre de lo desconocido: "En la plaza pasa miedo todo el mundo, por muchas razones. A veces te encuentras en sitios en donde sólo ves los grajos sobrevolando la plaza; otras me he encontrado con sitios en donde no había ni anestesia". En ese sentido, para él Madrid es un paraíso de tranquilidad. 

A la mayoría de las plazas, se llega sin conocer a los animales y sin tiempo ni espacio para calentar al caballo: "Cuando la cuadra se conoce y te ofrece garantías, piensas que te puedes escapar; porque a nosotros nos preocupa más la cuadra que el corral". Sin embargo, ha sido el corral el artífice de sus más graves percances. En 1999, toreando con Rubén Cano El Pireo en Villanueva de Córdoba, se quedó sentado en el estribo frente al toro con el caballo echado. Hubo un capote porque "en la plaza siempre hay personas que, por muy poco que te quieran, te echan una mano. Tiene que venir muy mal el toro, si no te escapas. Pero ese día se quedó mirándome el cuello y decidió dejarme". 

El último percance, ya en este siglo, fue un derribo que acabó con el caballo sobre él y con el tabique nasal y el brazo izquierdo fracturados. Recuperado, sigue alternando sus tardes en la plaza con su vida en el campo, experimentando el latir y el sentir del toro y el caballo, los dos animales que llenan sus vitrinas de premios y reconocimientos por faenas memorables o exhibiciones ecuestres, siempre precedidas de un tiempo de introspección: "En las horas previas necesito la soledad para afrontar el miedo a la responsabilidad y al fracaso; porque los picadores nos enfrentamos con dos animales, uno al que dominar y otro que no te puede dominar a ti. Y luego darle a la puya con el corazón; echar el corazón en lo alto del palo".